Entrevista al presidente de la CIAI: “Desde que el dólar llegó a $40 se paralizó el sector”

La actividad económica está muy fría, demasiado, y dentro de este contexto uno de los sectores más golpeados es el de Indumentaria.

Según los datos del rubro, los últimos tres años han sido los peores de su historia, con una caída en las ventas cercanas al 30% en unidades durante 2018 y una capacidad industrial ociosa que en la actualidad alcanza el 50 por ciento.

Así, se perdieron en ese lapso unos 17.000 empleos formales, que se deben multiplicar por tres en el segmento informal.

Al respecto, la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI) informa que hoy existen 10.000 pequeñas y medianas empresas vinculadas a la confección de prendas, que se venden en unos 250.000 locales. De hecho, toda la cadena textil, indumentaria y calzado emplea a unas 400.000 personas.

Cámara de Indumentaria: “Desde que el dólar llegó a $40 se paralizó el sector”

Claudio Drescher, presidente de la CIAI, charló mano a mano con iProfesional para contar la dura realidad del sector, a la que califica de “crítica”, y sentenciar que uno de sus grandes problemas es que el país no tiene política económica, ni cambiaria, algo que genera que “no exista un precio de referencia para salir al mundo”.

Incluso, cuestiona que algunos funcionarios piensen que “el país pueda sostenerse sin industria”.

-¿Cómo es la realidad de su sector?

-De acuerdo a los números del INDEC y datos macroeconómicos, queda claro que el sector textil y de indumentaria es el más golpeado de la economía argentina en los últimos tres años, la pasamos muy mal. La dimensión de la crisis es extremadamente profunda, crítica diría, y trajo aparejado varios centenares de convocatorias de marcas (incluso muchas conocidas) e instancias de cesación de pagos. De hecho, en talleres de menos de 50 personas pasan a la informalidad para achicar costos y ser más competitivos de alguna manera, pero fuera del sistema económico.

-¿Cuáles son los motivos para haber llegado a esta situación?

-El principal motivo tiene que ver con una baja de consumo, porque hay una disminución notoria en la capacidad de compra de la población por la caída de los ingresos que trajo aparejada la elevada inflación. Esto se multiplica cuando se trata de productos, como los nuestros, que no son imprescindibles para vivir.

Después otra causa es el incremento de las importaciones en los últimos tres años, que subieron 100% en ese plazo. Por ejemplo, todas las grandes marcas deportivas, sin excepción, importan y han cerrado fábricas locales históricas que habían incorporado la última tecnología.

A esto se agrega que tuvimos al peso apreciado durante un tiempo muy largo, el turismo argentino produjo un déficit comercial muy severo. Por ejemplo, en 2017, dentro del gasto en el exterior de u$s10.000 millones, unos u$s2.000 millones significó la compra de indumentaria en Chile o en otros destinos.

La combinación de estos tres factores generó una baja severa en las ventas, a lo que se le suma las tasas de interés que llegaron a estar entre 60% a 75%, y  en los  descubiertos que alcanzaron un nivel mayor, que consiguieron la asfixia financiera de empresas de todos los tamaños, pagando tasas surrealistas, imprimiendo una presión de subsistencia a miles de compañías, porque no hay sectores económicos productivos/industriales que hayan crecido en este período.

-¿Hubo algún cambio en el consumo por la crisis y empresas que se vieran beneficiadas por ello?

-La verdad que no porque no es que las firmas de bajo precio prevalecieron. En realidad los sectores de menos ingresos son los más afectados por la crisis. En cambio, mucha gente dolarizada o que le fue bien con los negocios financieros aumentó su capacidad de compra. Después de la devaluación, hoy se vende más en los sectores de alto precio, y están más afectados los centros comerciales de los sectores asalariados. Es decir, por ingresos, expectativas o incertidumbre, todos los sectores estuvieron paralizados en el último semestre, que fue muy malo. Cuando el dólar llegó a $40, el mercado se paralizó y sigue así hasta el momento.

-¿Cuál considera que es el problema de fondo para que su sector sea el más golpeado de la economía más allá de la crisis?

-El problema de fondo es que muchos sectores estamos esperando un cambio de rumbo, donde se entienda que el mercado interno representa el 70% del PBI y que no va a haber crecimiento de la economía, ni brotes verdes, si no hay señales de mayor poder de compra de la población. No va a haber magia.

Damos la bienvenida a que el 2019 sea el año de la exportación, Argentina tiene que salir a exportar, pero no conocemos países que hayan sido sustentables sin combinar esto con el desarrollo de su mercado interno.

-¿El Gobierno les brindó alguna clase de apoyo?

-El ministro de Producción tiene una actitud muy positiva respecto a nuestro sector, se han armado mesas de trabajo muy amplias que abarcan todos los aspectos de nuestro rubro: laborales, calidad, internacionalización, formalización, financiación, entre otras. Ahí sí notamos un cambio muy sustancial. Por lo menos el ministro entiende la importancia del sector y su volumen.

Son acuerdos sectoriales y mesas de trabajo. Nosotros agregamos otros temas más a tratar, como la baja de la tasa de interés para la financiación, líneas de crédito para inversión y refinanciación de pasivos impositivos. Ahora falta un cambio en la política económica.

-Por como viene el panorama, ¿piensa que este año va a haber una mejora económica o cambio de rumbo?

-No, me parece que el Poder Ejecutivo está diciendo que va a seguir el mismo camino. Hay cosas que se dicen que después, por suerte, se pueden cambiar. Estamos esperando que se cambien. En el fondo hay un tema conceptual que es el eje de discusión para entender hacia dónde vamos: ¿Este país puede crecer y solventarse sin industria? A mí me parece que hay sectores, economistas y analistas dentro y fuera del Gobierno que cree que esto es posible.

Que demuestren con números, porque hablan de Vaca Muerta, de energía, del litio, de la producción agropecuaria, pero están imaginando un país de 45 millones de habitantes que se pueda sustentar sin desarrollo industrial, dándole eje a servicios y desarrollo informático, en fin, cosas que no creo que vayan a desarrollar la economía argentina, como las cervecerías artesanales. Ahí hay una posición, se empieza a ver más claro y hay funcionarios que ya lo están diciendo.

-¿Por qué considera que algunos funcionarios tienen esta postura?

-Piensan que la Argentina no puede dar la batalla competitiva en el campo industrial. Primero hay que dar una discusión, ver si es factible el plan sin industria, y cuánto se puede desarrollar el país. Yo creo que no es factible.

-¿Piensa que es competitivo su sector?

-Cuando un país tiene 200 años de historia en industria textil, cuando posee diseñadores por miles que tienen un nivel técnico muy superior al promedio de América Latina, que se destacan. Las marcas argentinas de indumentaria son líderes desde México para abajo, en su nivel de diseño y diferenciación. De hecho, Buenos Aires es una ciudad relacionada a la moda, tiene un atractivo muy fuerte. Es una ceguera hacer volar 400.000 empleos pensando que si traemos ropa china vamos a ser más felices, me parece un suicidio que esa gente deba dedicarse a otra cosa. Es un absurdo. La industria de indumentaria no es un problema en Argentina, es una oportunidad que deberían asumir los gobiernos y ver que cuentan con un potencial.

Por ejemplo, Portugal tiene 11 millones de habitantes y exporta u$s4.500 millones en indumentaria y textil. En cambio, la Argentina exportó en todo 2018 unos u$s20 millones. Es decir, se puede generar empleo intensivo con buenos salarios. Otro caso es el segundo exportador de ropa luego de China, que es Italia, con productos de altísimo precio, es un generador de riqueza. Por eso, mucha gente hace análisis superficiales indicando que en China un jean cuesta u$s7 hacerlo y en Argentina u$s22, y que por eso “no sirve”. No es así, porque en Italia vale u$s38 realizarlo, sin embargo lo exportan igual. El tema es tener diseño, branding, concepto, distribución.

-¿Por qué la misma industria local todavía no aprovechó esta oportunidad para exportar diseño?

-Si uno va a un Centro Comercial en Argentina uno ve varias marcas de primer nivel, que pueden llegar a tener una calificación de 7,5 puntos sobre 10. Algunas han salido al mundo, pero cuando tenés un país que no tiene política económica ni cambiaria, no existe un precio de referencia por la variación que tiene el dólar. No hay una política de Estado que impulse exportar las producciones industriales. La batalla está ahí. Por ejemplo, Corea, hace 40 años no tenía una imagen productiva, en cambio hoy compramos marcas de allí.

Un caso claro es al pedir un crédito, en Europa se paga de interés 3% anual en euros, en cambio acá si quiero ampliarme y pedirle plata a un banco me cobran 70% al año en pesos, es imposible. Ésta es una de las causas de por qué la industria no crece o no se internacionaliza, es un país esquizofrénico. No hay herramientas de crecimiento sustentable, ni políticas para hacerlo. Los intentos deben ser durante décadas para que el país funcione. El Gobierno debe ver las oportunidades y fomentarlas. Por eso, el tema del libre mercado es para los países desarrollados, porque ellos ya tuvieron su etapa de crecimiento. En cambio acá, si el Estado no interviene, no tenemos fuerza o masa crítica para producir el cambio.

Igualmente, las pymes siempre invierten porque se hicieron con capital propio, las grandes empresas no lo hacen. El país fue una fiesta financiera, con un dólar estable y una tasa al 60%, ¿quién va a invertir si puedo ganar más plata con el carry trade?

-Con el salto que tuvo el dólar el año pasado, ¿no es negocio exportar?

-El mundo no te está esperando, lleva años abrir un mercado en el extranjero. Si no sé qué va a pasar, y el peso se aprecia en los próximos seis meses por ser un año electoral, voy terminar saliendo al mundo con un precio en dólares que no lo voy a poder sostener.

-¿Por qué en el extranjero, por ejemplo, una remera de primera marca se puede conseguir a menos de u$s10 ($400) y acá una similar se vende al doble o triple de precio?

-No es el valor real del costo que tiene, son los valores de los saldos, donde se ponen precios que no tienen nada que ver con el valor real para comercializarlo. Si uno quiere comprar la colección nueva, se pagará lo mismo o más caro que acá, que puede llegar hasta los $1.800. Igual, en Argentina hay varios impuestos y las tarjetas de crédito cobran al comercio alrededor de 14,9% por dar financiamiento. De hecho, 45% de un precio acá son impuestos y financiación. Todo lo que se hace es más caro. Y a todo eso hay que agregarle un tema de escala de ventas, si hago 100.000 remeras en Bangladesh, como ocurre en otros países, me va a salir mucho más barato que pedir 1.000 como en nuestro caso.-

Fuente: iProfesional 

 

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