Estas son las diseñadoras que están redefiniendo la moda masculina

Los nuevos desfiles de moda de hombre nos hablan de una ruptura de las barreras de género, y Vogue analiza de cerca a estas diseñadoras que están aportando su visión al arte del vestir masculino.

Ahora que las mujeres de todo el mundo replantean con contundencia lo que debería y podría ser la masculinidad, es gratificante asistir en el mundo de la moda masculina al trabajo de una serie de diseñadoras que no dudan en cuestionar lo establecido, asentar nuevas bases y darle la vuelta a los constructos que tanto tiempo han dominado el panorama. En 2012, el lanzamiento de la London Fashion Week Men’s trajo bajo el brazo una explosión de nuevas propuestas que ponen al alcance de los hombres una moda más experimental por medio de elementos lúdicos antes restringidos exclusivamente a la moda femenina. Este acercamiento tan renovador ha marcado un punto de inflexión en la moda para hombre, y no es poca cosa que la mayoría de sus figuras pioneras sean mujeres.

«Siempre me ha parecido importante desafiar la masculinidad de la cultura del streetwear«, dice la diseñadora londinense Astrid Andersen, cuyas colecciones de influjo urbano juegan a alterar los estándares de la sexualidad masculina –por ejemplo, combinando chándales con tops de encaje transparente–. Emily Bode, por su parte, mira al pasado en busca de inspiración para Bode, su sello de Nueva York. «Lo que me atrajo de la moda masculina es la atemporalidad de las siluetas; se asocian menos a un período o una tendencia concreta», cuenta. Fundada en 2016, la firma Bode reutiliza telas antiguas (desde colchas victorianas hasta sacos de grano y ropa de cama vintage) que se transforman en chamarras, pantalones y camisas. Naturalmente, dado el impulso reciclador de su moda, la diseñadora prefiere la ropa que resiste el paso del tiempo. «En mí es innato este interés. Siempre me he fijado en lo que se compraban mi padre y mis novios. Observaba esa obsesión por la mera función, así como todos los pequeños matices y hábitos de cada hombre».

Bode y Andersen son solo dos ejemplos del creciente número de mujeres que dan nueva forma al vestir contemporáneo de los hombres: Lou Dalton, Chitose Abe de Sacai y Véronique Nichanian de Hermès ya han dejado su propia estela en la moda masculina, mientras que Grace Wales Bonner, cuyos esbeltos trajes atraen tanto a hombres como a mujeres, ha captado la atención tanto de los académicos como de los críticos con su revisión de la masculinidad. También están floreciendo las colaboraciones, como la muy celebrada aportación de Martine Rose a las siluetas de Demna Gvasalia, en su visión vanguardista de ‘Balenciaga; o el trabajo de Sarah-Linh Tran junto a Christophe Lemaire, quien recibe igual crédito que su compañero (en el diseño y en la vida) al final de cada desfile.

Pero el manual no lo están rompiendo solo las diseñadoras recién llegadas. Porque ¿algo ha impactado más en la moda que el concepto de belleza masculina y del macho moderno de Donatella Versace? La diseñadora, cuyas pasarelas y campañas publicitarias han celebrado al adonis viril y musculado con toda su parafernalia en lo más alto del camp, ha estado observando el reciente desarrollo con sumo interés: «Lo que veo es que a las generaciones más jóvenes no les importan demasiado los llamados ‘géneros’. Y con eso no quiero decir que los hombres deban usar faldas aunque no les gusten, sino que las líneas entre lo que se debe poner o no un hombre o una mujer se están volviendo cada vez más difusas. Los jóvenes se divierten jugando con su imagen para expresarse, y con razón. Como diseñadora, lo siento en el aire, en las redes sociales, caminando por las calles, y propongo mi propia visión a través de mi ropa».

Su enfoque personal se ha ido desarrollando al mismo tiempo que aumentaban los debates de género, cada vez más oídos y comentados. «Creo que el hombre Versace ha abrazado su lado femenino de una manera más fuerte y que se divierte jugando con él. Ha suavizado sus aristas porque está seguro de sí mismo y de su fuerza, y no tiene miedo de atreverse. Sabe que no tiene que demostrar nada a nadie porque conoce su lugar en la sociedad actual y, por lo tanto, está dispuesto a asumir más riesgos. Y me está encantando jugar con ello. Muy Versace«.

Silvia Venturini Fendi suscribe lo dicho por su colega«Los hombres se están liberando de las reglas y eso es extraordinario. La moda se orienta cada vez más hacia la individualidad y este intercambio de roles es parte de eso», asegura. Sus colecciones masculinas han generado recientemente fabulosas críticas por su carácter lúdico repleto de referencias inesperadas al pop y a las artes. Admite sentirse más libre que nunca como mujer diseñadora: «Cuando comencé a diseñar moda de hombre, la gente me miraba como ‘mmm, es una mujer’, pero hoy las colecciones de hombre y de mujer tienen mucho en común. Me gusta la falta de definiciones claras y me gusta la forma que tiene ese enfoque unisex de reflejar el espíritu de los tiempos. Es bueno romper las barreras”. Pero al final, argumenta, todo se reduce a una elección personal: «Creo que es muy restrictivo catalogar algo como de hombre o de mujer. Una camisa es una camisa».

No hay mejor momento para celebrar el éxito de las mujeres en el calendario de la moda masculina, o al menos, se atisba un cambio en el equilibrio de poder. Pero, como observa Bode, todavía hay un largo camino por recorrer: «Nadie le pregunta a los hombres: ‘¿Por qué diseñas ropa de mujer?’; pero cuando las mujeres diseñan para los hombres, siempre es la primero que se pregunta»¿Llegaremos a un punto en que las diseñadoras como ella no tengan que explicar ni justificar la categoría que eligen? La falta de distinción entre moda masculina y femenina es ya un gran comienzoya que si se traduce en unas buenas ganancias económicas, el poder de las ventas de género neutro y lo que esto representa podría dejar una huella indeleble en la cadena alimenticia de la moda. Después de 40 años en el circuito de la moda, Versace ciertamente lo espera así: «Una sociedad en la que todos sean tratados como iguales, que abraza la diversidad como algo positivo e inclusivo, es una sociedad que puede prosperar», concluye Donatella.

Fuente: Vogue México

Fotos: Vogue México

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